Movimiento #24A contra las violencias machistas


Ejemplo de violencia sexista o micromachismo difícilmente identificado como tal, a tal grado de pegar tal mensaje en el propio automóvil: "Te acaba de rebasar una chica".Ejemplo de violencia sexista o micromachismo difícilmente identificado como tal, a tal grado de pegar tal mensaje en el propio automóvil: "Te acaba de rebasar una chica".

Ejemplo de violencia sexista o micromachismo difícilmente identificado como tal, a tal grado de pegar tal mensaje en el propio automóvil: «Te acaba de rebasar una chica».

Algunos días atrás, la comunidad Biblioteca Feminista convocó a las mujeres, desde su muro de facebook, a participar en el movimiento #24A, una convocatoria por demás valiosa, en la que participé también desde mi muro.

Su propuesta de compartir una experiencia de violencia de género por la que hayamos atravesado me pareció interesante primero, porque me parece una forma muy contundente de visibilizar las violencias de las que nos hacen objetivo a las mujeres por el solo hecho de nacer con cuerpo «de mujer» y segundo, porque creo firmemente que resulta un ejercicio altamente terapéutico.

Y es que, a muchas personas, sin importar su sexo, no les ha quedado claro que la violencia sistemática hacia las mujeres en esta sociedad patriarcal no se limita al hecho de que nos golpeen y nos maten, les ha hecho falta saber que el homicidio es el extremo de las violencias (pero no la única) a las que se nos somete cada día de nuestras vidas: el acoso callejero, las brechas salariales, el trabajo doméstico no remunerado, la falta de representación política, la trata, la violencia obstétrica, el acceso a la educación, la ciencia falocéntrica y un lamentable e interminable etc.

Pero además de todo lo anterior, que podrían parecer vicios que «no se le pueden atribuir a nadie en particular» (aunque dudo que se así), están todas aquellas acciones y actitudes cotidianas con las que lxs personas «comunes y corrientes» contribuimos a construir esos pequeños infiernillos que preparan el terreno para hacernos entender, a nosotras y a ellos, que las mujeres existimos para el uso y consumo del varón y que nuestras vidas deben estar orquestadas de acuerdo a sus órdenes y deseos.

Desde la más tierna infancia se nos asigna un disfraz de «hombre» o de «mujer», lo que sea que eso signifique, limitando la forma en las que nos desenvolveremos por el resto de nuestros días y así, las violencias contra las mujeres las van dictando los colores de nuestra ropa, las princesas indefensas y los valientes superhéroes de los que nos proveen para jugar, las actividades extra escolares a las que nos inscriben, el mandato de sentarse con las piernas cerradas, el hablar como hombrecito, la consiga de no parecer marimachas, putas, o maricones, la prohibición de tener novio, la fiesta por tener novia, las etiquetas de tiernas y osados… Todos estos «insignificantes» gestos limitantes y violentos que ejercemos en la vida cotidiana, son la base perfecta para naturalizar más tarde el acoso callejero, la violencia de pareja, la violencia sexual en el trabajo, la escuela o la propia casa, la publicidad sexista, la cosificación de nuestras cuerpas, etc.

Si bien es cierto que el sistema y los gobiernos nos violentan sistemáticamente y no parecen mover un dedo para cambiar esa realidad, también lo es que, desde nuestras pequeñas acciones de la vida diaria, como sencillxs habitantes del mundo, tenemos la capacidad y el poder de contribuir o no, a la perpetuación de un modelo machista de sociedad que oprime a la mitad de la población para favorecer a la otra mitad, basándose en nada más que su sexo asignado. De ahí que este ejercicio de visibilización de toda clase de violencia contra las mujeres sea indispensable no sólo como la justa expresión de situaciones que hemos callado y tragado históricamente, sino también como un ejercicio de comunicación sororaria en la que reflejarnos, compartirnos y comprender que la violencia machista es una peste que nos afecta prácticamente a todas, lo cual hace imposible que seamos nosotras las responsables de la misma. También me parece un sano ejercicio de liberación en el cual repartir responsabilidades a quien correspondan y aclarar que la violencia es SIEMPRE, responsabilidad de quien la ejerce. Por último, el valor de este ejercicio puede también beneficiar a muchas personas que, inconscientes de las violencias machistas que ejercen en el día a día, lean estos testimonios con un verdadero deseo de escuchar, comprender, aprender, empatizar y, finalmente, colaborar a construir una sociedad más justa, equitativa y libre de violencia.

Ana Matricia

Feliz Día del Libro


Fotografía tomada por JWFotografía tomada por JW

Fotografía tomada por JW

Celebrar los libros me gusta. Estos días,  al navegar por las sensaciones que me produce la fiesta de los libros, llego a aquel momento de mi infancia que identifico como mi primer contacto con estos valiosos amigos que siguen siendo parte de mi vida.

Recuerdo un momento de tranquilidad y silencio difícil de conseguir en una casa siempre llena de gente, ruido y movimiento; un rincón de la casa, más bien abandonado, donde había algunas enciclopedias y pocos libros más, algunas revistas… Penumbra, calma, el olor de los libros; yo, sentada en el piso con algún ejemplar en mi regazo, leyendo, viajando a lugares lejanos donde no había más que arena hasta donde alcanzaba la vista, o mundos donde había cuevas llenas de tesoros en las cuales me apetecía pasar mis vacaciones, personajes de nombres imposibles como Rikki-Tikki-Tavi, una niña corriendo detrás de un conejo blanco, duendes danzando bajo la luna en la mitad de un oscuro bosque, hombres queriendo deshacerse de sus jorobas, animales que hablan, madres que aconsejan a sus hijas, padres organizando competencias entre sus hijos, ricos tontos, pobres ingeniosos…

Los libros fueron amigos que me transportaron a mundos más amables que aquel en el que habitaba, estaban siempre ahí para llevarme lejos, para invitarme a viajar a donde las cosas acaban siempre bien, donde la gente que abusa recibe siempre un ejemplar castigo y la gente  amable y respetuosa es recompensada y admirada. Mis amigos, los libros, me llevaron a lugares increíbles, divertidos, coloridos, tenebrosos, emocionantes, me ayudaron a lanzar al vuelo mi imaginación y mis fantasías, esas que el mundo de lxs adultxs se empeña tanto en destruir.

Tal vez por eso los quiero tanto a mis libros, tal vez por eso me derrito ante un libro bellamente ilustrado o con una historia que me atrapa al ser narrada, porque me recuerdan que, fuera de este mundo que habitamos, hay muchos otros, algunos de ellos perfectos, a los cuales viajar de vez en cuando.

Ana Matricia. 

Prendas equivocadas

¡Que luego digan que hacen la ropa para nosotras! He comprado una camiseta de esas para llevar debajo de la blusa, sin probármela, porque me gustó mucho. Es cierto que la tela no era mi favorita porque siempre prefiero el algodón pero me pareció que tener alguna prenda brillante para variar, estaría también muy bien si era tan bonita y de un color tan requetechulo como el color magenta, bugambilia muy intenso.


La camiseta equivocadaLa camiseta equivocada

La camiseta equivocada

Pues lavé la camiseta, la guardé con el resto de mi ropa y hoy, finalmente, la quise estrenar… Y la he usado por 10 minutos, no más. ¡Qué opresión! ¡Los 10 minutos más asfixiantes desde que dejé al novio que tenía en mi época de universitaria! ¡Fue quitármela y volver a sentir el aire y mi sangre fluyendo por mi tórax y mi cuerpa entera!

Dice la información que la camiseta es talla grande pero cuando me la he puesto me ha quedado totalmente ajustada, es el tipo de tela, elástica, pero sigue siendo talla grande y yo siempre compro la chica, especialmente en esa tienda. Así que asumo que debo haber comprado (equivocadamente, desde luego) una camiseta de su línea «correctora». Sí, porque tienen una línea «correctora», ¡como si a nuestras cuerpas (porque esto a los «pobrecillos varones que también sufren en sus carnes el patriarcado», no se los hacen) hubiera que corregirles algo! Nos han cambiado los papeles y vendido la idea de que las equivocadas somos nosotras y no las prendas que nos ofrecen, de que los errores que hay que «corregir» están en nuestras cuerpas y no en sus prendas.

La industria de la moda es una de las más claras expresiones de una sociedad misógina y falocéntrica, ¡hasta la ropa que usan las mujeres ha de estar pensada para los varones!

Cuando me he deshecho de la dichosa camiseta y he vuelto a sentir-me, me he quedado reflexionando: Y todas esas mujeres que compran y usan voluntariamente (y con consciencia) ropa «correctora», ¿de cuánto oxígeno se están perdiendo? ¿De cuántas sensaciones? ¿De cuánta vida?

La teta que vende


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Ir por el camino y toparse con esta irritante y lamentable imagen: Tetas vendiendo muebles. No es una persona que muestra teta, no, son tetas (objeto) vendiendo un producto. Punto. Como si detrás de esas tetas no existiera ALGUIEN.

Y es que todxs sabemos que hay una gran relación entre las tetas y los muebles, ¡claro! Muy lógico. De hecho, si no recuerdo mal, la última vez que elegí un sofá pensé «en este sofá se reposan las tetas muy cómodamente, ¡me lo llevo!» ¡Ah, no, espera! ¡Que recuerdo mal!

Entre el cerebro y la creatividad de esxs publicistas y el cerebro de la población a quien va dirigido su mensaje, no sé cuál me espanta/decepciona más.

Y así van ellxs tan tranquilxs, paseando su doble moral por las ciudades, pero ponte a publicitar (o visibilizar, simplemente) lo único lógicamente publicitable con las tetas -leche materna- y a ver cómo te va con el doble rasero. 

El mundo al revés. Por lo pronto, esta empresa se queda en la lista negra.

Ana Matricia

 

 

Aniversario del natalicio de Simone de Beauvoir

«Nací a las cuatro de la mañana el 9 de enero de 1908, en un cuarto con muebles pintados de blanco
que daba sobre el Bulevar Raspail. En las fotos de familia tomadas el verano siguiente veo a unas
jóvenes señoras con vestidos largos, con sombreros empenachados de plumas de avestruz, señores con
ranchos de paja y panamás que le sonríen a un bebé: son mis padres, mi abuelo, tíos, tías y soy yo. Mi
padre tenía treinta años, mi madre veintiuno, y yo era la primogénita. «

Así comienza Simone de Beauvoir sus «Memorias de una joven formal» ; hoy sería su cumpleaños 108.

Icono del feminismo, comenzó por cuestionar el rol de vida asignado a las mujeres por el único hecho de nacer con ovarios y útero, por hacer notar la desigualdad de oportunidades y horizontes entre varones y mujeres y la falta de autonomía de éstas para decidir en sus propios cuerpos.

A estas alturas de la vida, sus motivaciones para defender los derechos de las mujeres siguen siendo vigentes, ha sido sin duda una madre de la causa feminista a quien agradecer mucho del camino que hasta ahora está recorrido en la materia y desde luego, muchos de los derechos que muchas mujeres de esta época damos por sentados.

Sea honrada su memoria y agradecida su labor en pro de las mujeres. 

 

 

 

Desear 101 deseos

No recuerdo si alguna vez he escrito propósitos de año nuevo, supongo que no. Lo que sí hago, desde hace unos 9 años, como enseñanza de mi querida maestra Laura, es escribir 100 deseos para el año entrante.

2013 y 2014 fueron años tremendamente intensos y «complicados» para mí, como lo saben las personas que han estado emocionalmente cerca, por lo que, a la entrada de un nuevo año, una sola cosa acerté a pedir: sobrevivir. Y está visto que lo he conseguido.

Yo diría incluso, que 2015 lo sobreviví hasta con algo de gracia, por lo que aquí estoy, dispuesta a pedir mis 100 deseos para 2016, todos en primera persona.

Y es que ahora sí me siento con la energía, con la confianza, con el humor de pedir. Me otorgo de nuevo el permiso de desear y no solo eso, desear para que se me concedan mis deseos.

La segunda acepción en la definición del verbo desear según la RAE,  es «Anhelar que acontezca o deje de acontecer algún suceso.»

Y yo creo que los anhelos son unas brújulas bastante precisas que nos ayudan a ver y  decidir por qué caminos y en qué dirección se quiere navegar la propia vida. Por eso creo en la importancia de los deseos, de permitirme anhelar cualquier anhelo que me venga del alma.

Y por eso mi deseo #101 para 2016 es que cada ser humanx sea capaz de escuchar y atender los anhelos de su corazón, de re-encontrar su propia brújula, a veces perdida en sus años de infancia o juventud, a veces perdida en la cuna, a veces perdida en un momento o una racha de tormenta. Deseo que tanto yo como mi familia, mis amigxs y seres queridxs seamos capaces de vivir, este 2016 y siempre, de acuerdo a nuestra propia brújula interna.

Mis mejores deseos y sobre todo SUS mejores deseos para cada unx de ustedes.

Feliz 2016! Feliz vida!

María Montessori

Compartir en este blog acerca de las mujeres en la ciencia está siendo toda una rica experiencia. Y es que no he querido quedarme con la información de la wikipedia para documentar mis textos sino que he querido saber más, comprender mejor, dar un significado en mi propia vida a la obra e historia de estas magníficas mujeres.

Yo nunca fui hábil en las clases de historia, eso de memorizar acontecimientos, nombres y fechas vacíos de significado no se me dio ni se me ha dado bien nunca, en ninguna área, no lo proceso. Mientras me documentaba sobre la vida de María Montessori, mi hija de 4 años me dio la maravillosa idea de buscar videos acerca de su vida y obra, que será siempre mucho más significativo para mí, que soltarme a leer como una loca y pasar los desafíos que pasé cuando era estudiante con su consecuente estrés.

Para muchas personas, como para mí, es más sencillo procesar y acomodar la información cuando llega desde varios canales de percepción.

La vida y obra de María Montessori es tan alucinante, que seguramente dará para más de una entrada. Y es que, ya desde el comienzo hay que darse cuenta de que, para ella como para toda mujer, haber contribuido a cualquier área del conocimiento tiene dos o tres veces más mérito que si fueran varones o que si el mundo estuviese libre de machismo. Y no, no estoy siendo sexista, solamente realista.

Porque es imprescindible reconocer que en el camino que llamamos «la Historia»,  los varones han transitado en carrazos de último modelo, recién salidos de la agencia, con todos los gastos y comodidades pagadas y por autopistas modernas y de alta tecnología; mientras tanto, las mujeres ya se sabe que hemos transitado, en pocas palabras, como hemos podido, que podría representarse, sin temor a equivocarme, más o menos como pedalear en una bicicleta con la cadena descompuesta, cuesta arriba sobre una montaña, con maletas, tres críos a cuestas, sin dinero, con hambre y con frío, empeorando (o no) las circunstancias, según la época y contexto geográfico en los que hayamos tenido a bien nacer y crecer.

María Montessori no iba a ser la excepción, ¿verdad? Imaginemos el contexto para una mujer en Italia, finales del siglo XIX, con su cultura machista, tener la osadía de estudiar medicina. Viajo a su contexto y puedo imaginar fácilmente mucho de lo que aún hoy sigue vigente, pero antes a lo bestia y más normalizado, es más, legalizado: obstáculos, críticas, dedos señaladores, prejuicios sexistas, envidia… Y es que ¡¿cómo se le ocurría, en primer lugar, pensar por su cuenta?! A ver, estudiar pedagogía es una cosa, pasar el rato ahí con niñitxs, que es lo mismo que hace una buena mujer, una mujer «de familia» (siempre me pareció ridícula esa expresión), es una cosa peeeeero… ¡¿Estudiar medicina?! ¡Qué despropósito! La medicina es una ciencia, es algo serio, difícil, de categoría… ¡Es cosa de varones, en breve!

Los prejuicios de ser mujer y no estar encerrada entre cuatro paredes sirviendo a un varón (padre, esposo, hermano, hijo, da igual) y guardándole obediencia; el rechazo de una institución pensada exclusivamente por y para varones; la envidia de sus compañeros ante su capacidad y desenvoltura y la de las mujeres que jamás se habrían atrevido ni a soñar en abrazar un destino diferente al que les había sido impuesto en paquete con su combinación de cromosomas sexuales; las pruebas constantes a las que se enfrentaba para demostrar que sí podía, que sí merecía un espacio en la medicina, el gasto energético y emocional no solamente de hacer su trabajo y hacerlo bien, sino de saber que estaba bajo el ojo inquisidor 24 horas al día; la violenta presión patriarcal para elegir entre formar una familia o «ser alguien»; el inconcebible (para muchas, para mí) dolor de separarse de su único hijo por los prejuicios y la doble moral de la sociedad…

A veces vemos el legado de las grandes mujeres de la historia (y ya es ganancia) y lo percibimos como cualquier otro logro y no es así. Independientemente de los obstáculos que en su tarea hayan tenido que sortear también algunos personajes masculinos de la historia, sabemos que las mujeres sortearon eso y sortearon más por ser mujeres; es más, sortearon en sí mismo el hecho de ser mujeres (y lo seguimos haciendo, con consciencia o sin ella, eso da enteramente lo mismo), por ridículo que suene.

Por ello seguiré insistiendo en recuperar no solamente su obra, sino también sus historias, esas historias que nos son comunes, esas historias que han allanado el camino para nosotras, las que llegamos después y que, en un acto de justicia, y responsabilidad, hemos de seguir usando como ejemplo y guía para el desarrollo de nuevos modelos de educación y convivencia que nos ayuden a construir una sociedad más justa y equitativa para todxs lxs hijxs de la Tierra.

Habrá una segunda parte de María Montessori, la habrá; esta vez para recordar su importante legado en la educación infantil.

Ana Matricia

Alice Miller: trabajando por la niñez


Detalle de la carta de Alice Miller en el juego Women in science, de Luana GamesDetalle de la carta de Alice Miller en el juego Women in science, de Luana Games

Detalle de la carta de Alice Miller en el juego Women in science, de Luana Games

Es una de mis mujeres favoritas incluidas en Women in Science, quizá porque me toca en lo personal y su trabajo me ha ayudado a resignificar importantes acontecimientos de mi historia que nadie antes había conseguido ayudarme a esclarecer desde una óptica tan comprensiva y empática, tan desde mí, desde MIS sensaciones y necesidades.

Vivió del año 1923 al 2010. Fue doctora en filosofía y psicoanalista. Luego decidió abandonar su práctica psicoanalítica para dedicarse por completo a la investigación en la que, la violencia ejercida contra la infancia, fue su hilo conductor.

Alice Miller, a través de numerosos casos que conoció de cerca durante su ejercicio como psicoanalista y de biografías de artistas y personajes políticos, encontró una gran relación entre la violencia que abunda en nuestra sociedad y la violencia con que se «educa» a lxs niñxs.

También denunció que desde la práctica psicoanalítica se perpetúa la consigna del 4to. mandamiento: «honrarás a tu padre y a tu madre», responsabilizando de antemano a lxs niñxs de las dificultades que atraviesan  durante la infancia y fomentando así la falta de comprensión hacia la infancia no solamente en la familia y la escuela, sino en la sociedad en general.

Sobre esto, escribe en su página web, en traducción de Rosa Barrio:

«Gracias a sus investigaciones sobre la infancia, Alice Miller ha comprendido que la violencia ejercida sobre los niños conduce a la violencia global que reina en el mundo entero, sobre todo si se empieza a pegar a los niños en los primeros años de su vida, justamente en el momento en el que se construye su cerebro. Incluso si las consecuencias escandalosas son evidentes, la sociedad no las percibe y aún menos las tiene en cuenta. Ahora bien, la situación es fácil de comprender: los niños no tienen derecho a defenderse de la violencia de sus padres y están obligados a suprimir y reprimir las reacciones naturales a la agresión de sus padres como la cólera y la angustia. Sólo siendo adultos pueden descargar esas fuertes emociones sobre sus propios hijos, o en ciertos casos, sobre naciones enteras.

Alice Miller describe esta dinámica en sus 13 libros y la ilustra ayudándose de relatos de sus pacientes y también con la ayuda de sus numerosos estudios sobre las biografías de dictadores y de artistas muy conocidos. La omisión de este razonamiento sobre la infancia por la sociedad ocasiona en los niños, en la oscuridad familiar comportamientos extremadamente peligrosos como la brutalidad, el sadismo y otras perversiones, que nos gusta denominar luego, en el adulto como «trastornos genéticos». Es únicamente la toma de conciencia de este dinamismo la que nos permitirá romper la cadena de la violencia, piensa Alice Miller que consagra toda su obra a este esclarecimiento.»

Lxs niñxs, al ser literalmente dependientes de su madre y/o padre, se ven obligadxs a suprimir cualquier reacción de defensa ante estxs, ya sea enfermándose o guardando la rabia que más tarde descargarán también de forma violenta sobre sus hijxs o subordinadxs.

Esta visión del origen de la violencia resulta transgresora aún en nuestros días, ya que cuestiona los métodos de los adultos que suelen percibirse como «normales» dentro de la labor educativa de madres, padres y profesorxs. Alice Miller denunció también, en su momento (no hace tanto, ella murió en 2010), el absurdo de que, de 192 países integrantes de la ONU, únicamente en 18 estaba prohibido pegar a lxs niñxs y de que en 20 estados de los E.E.U.U. estuviera aún permitido el castigo físico como método de «corrección» en las escuelas primarias y de adolescentes.

En su página web y en sus 13 libros, traducidos a varios idiomas, Alice Miller deja, sin duda, un legado valiosísimo para todxs aquellxs que deseamos cambiar las formas de relacionarnos con lxs niñxs aunque, debido precisamente a nuestras historias cargadas de abusos y violencias, a veces nos cueste mucho trabajo conseguirlo, sin que por ello contemplemos la opción de desistir en la misión.

También nos deja en su web, Alice Miller, numerosos testimonios de personas adultas que han querido compartir el cambio que les ha supuesto encontrarse con esta nueva visión de la violencia a la que fueron sometidas en su infancia y cómo se han quitado un gran peso de encima al descubrir que ellxs no habían hecho absolutamente nada para merecer el maltrato recibido.

Otro dato interesantísimo que nos comparte es cómo ella encontró en la pintura una aliada para sanar las heridas que el maltrato recibido en su infancia le había dejado, mostrando así el papel terapéutico-sanador del arte en la vida de las personas.

A través de su trabajo yo he podido ver a una gran mujer, humana, empática, sincera, arropadora de la infancia. He podido identificarme con ella como mujer, como madre, como hija, como humana herida en proceso de sanación, he conseguido desembarazarme de una carga que, ya de por sí, sentía ajena. Sin duda un gran legado para madres, padres, terapeutas, psicólogxs, educadorxs y todas las personas que desean hacer del mundo un lugar más habitable y amistoso para lxs niñxs.

La labor de Alice Miller es una gran luz que nos permite ver que, siempre que una persona adulta violenta (activamente o siendo negligente) a una niña o a un niño, el error, la falta, la tara, es de la persona adulta: SIEMPRE. Y en él o ella es donde existe un espacio para el cambio y la mejora.

Ana Matricia

Women in science, visibilizando las aportaciones de las mujeres a las ciencias


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Pues como prometí en una publicación anterior, esta vez vengo a presentarles un proyecto precioso, de esos que da gusto encontrar, apoyar y difundir: Women in science.

Creado por el equipo de Luana Games, este es un juego de cartas que trata de mujeres destacadas en diferentes ámbitos: psicología, ecología, química, ingeniería… ¡Me encanta de principio a fin! Este sí que es un proyecto justo como los que necesitamos para zarandear al patriarcado y mostrar el verdadero papel que hemos jugado las mujeres a través de la Historia.

Como madre, no me la pienso dos veces para contar con este material en casa y mostrar a mis hijxs modelos de mujeres muy diferentes a los ofrecidos por el señor patriarcado; desconocer los importantes e inspiradores aportes de todas estas mujeres (y muchas más), mantener a estas campeonas en el anonimato, según yo lo veo, es un error que, como sociedad, ya no nos podemos permitir.

Como mujer, me encanta que un grupo de gente sensata deje de poner como excusa que las cosas «son como son, qué se le va a hacer» y se dé a la tarea de rescatar, organizar y presentar información referente a las importantes aportaciones que las 44 mujeres incluidas en este juego de cartas han realizado en diversas áreas del conocimiento. Si además lo hacen de una manera en la que las nuevas generaciones puedan involucrarse fácil, didáctica y divertidamente, ¡mejor que mejor!

Este maravilloso juego de cartas, del que llegué tarde a la campaña de financiación colectiva, es ya una realidad y por fortuna puede todavía adquirirse en la tienda de Luana Games. La propuesta de juego es armar «laboratorios», agrupando a las mujeres de acuerdo al/las área/s del conocimiento en la/s que contribuyeron, aunque también funciona como una baraja inglesa típica.

Con esta valiosa herramienta lúdica y didáctica, podemos familiarizarnos con los nombres y contribuciones de estas 44 mujeres, aportes que muchas veces se relacionan de forma impresionante con nuestra vida cotidiana (aunque no nos demos por enteradxs) por lo que, además, este juego resulta un importante ejercicio de justicia.

Con el afán de reforzar la tarea de este agradable juego y como un ejercicio de aprehendizaje, estaré compartiendo semanalmente, de forma breve y una a una, las aportaciones de estas 44 mujeres.

Qué gusto encontrar este tipo de proyectos que no se conforman con los modelos de vida establecidos por el orden patriarcal, sino que se aventuran, por «complicado» que resulte, a idear, materializar y difundir herramientas que nos ayuden a crear nuevos modelos de aprendizaje, juego y vida más justos y equitativos.  Como éste, necesitamos muchos más.