
Encontré esta joyita en una publicación de Facebook:
«Para mí es inconcebible instigar a alguien contra sus padres, tal como se practica en algunas terapias, en el sentido de ‘tenéis que libraros de vuestros padres’. Me parece un absurdo. ¿Cómo una persona podría librarse de sus padres? La persona es sus padres.» -Bert Hellinger (¿quién más?)
Dejando aparte tropecientas puntualizaciones referentes a una visión muy «peculiar» (digamos) de la psicoterapia, a mí lo único que me parecería inconcebible sería que, en mi propio proceso terapéutico, mi terapeuta se preocupara más de mi madre y mi padre que de mí. Ese sería motivo suficiente para cambiar de terapeuta de inmediato.
Una persona que no es capaz de cuestionar y liberarse del conveniente 4to. mandamiento, no es capaz tampoco de liberarse de ningún tipo de patriarcal y nociva (¿pleonasmo?) jerarquía que le impida desarrollar su YO esencial.
A las H. Instituciones les importa un carajo la madre o el padre de nadie, lo que en realidad les interesa es que, una vez sometidxs, lxs hijxs, a estas dos figuras, queda el camino allanado para que después profesorxs, monjas, curas, gobernantes, instituciones y toda figura con poder (real o imaginario) nos sigan avasallando a lo largo de nuestras vidas. El 4to. mandamiento es una efectiva forma de cimentar el poder que sostiene el sistema en que vivimos.
* Para profundizar en cómo el 4to. mandamiento afecta nuestras vidas desde la más tierna infancia, es imprescindible la lectura de la obra de Alice Miller